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1. EMPIEZA DESPACIO: A veces la motivación es muy alta y eso hace que empecemos corriendo demasiado rápido o haciendo demasiada distancia. Todos nos acordamos de la historia de la liebre y la tortuga ¿no?

    2. DESCANSA: Hazlo por lo menos 24.48 horas entre sesión y sesión. Es importante dejar recuperarse al cuerpo para evitar lesiones. Una manera de no estar parado es realizar entrenamiento cruzado: alterna con sesiones de natación, ciclismo, gimnasio…

     3. NO OLVIDES FORTALECER Y REALIZAR ESTIRAMIENTOS: Cuando empiezas a correr tienes que tener en cuenta que vas a empezar a utilizar músculos que normalmente no están tan solicitados en tu día a día, y debes de cuidar de ellos. Los grupos de músculos que principalmente van a estar afectados van a ser los glúteos y el triceps sural (gemelos y sóleo). No hay que olvidar tampoco los cuádriceps y los isquiotibiales. Ejercicios simples de fuerza harán que esta musculatura esté mejor preparada y se reduzcan los riesgos de lesionarse permitiendo también que se reduzca la fatiga al correr. Los estiramientos serán importantes tras la sesión pero también se pueden realizar estiramientos dinámicos para calentar.

     4. VARÍA: Cambia de distancias y rutas en tus sesiones. Puedes alternar sesiones más cortas y rápidas (series) y sesiones más largas y a una velocidad inferior. Así mejorarás mucho más rápido tu estado físico. Si haces siempre la misma ruta, la misma distancia y a la misma velocidad llegará un momento en que no mejorarás ni tu estado físico ni tus tiempos. No tengas miedo a cambiar tus rutinas!!

     5. BUSCA A UN COMPAÑERO DE ENTRENAMIENTO: Es una manera de aumentar tu motivación. Si quedas con amigos tendrás menos excusas para no salir a correr y además siempre habrá «piques» entre vosotros y hará que os esforcéis más!

     6. APÚNTATE A UN CLUB: Una vez que coges el ritmo de entrenamientos de un club, tendrás un estimulo extra para seguir corriendo. Además, es una fuente de asesoramiento sobre entrenamientos, rutas, carreras…